Pop-Up

 

Los libros móviles y desplegables de

Ana María Ortega

 

 

Aquí te contamos la historia de los libros móviles y desplegables. Para escribirla hemos investigado en distintas fuentes, pero debemos destacar el trabajo realizado por nuestra amiga Anna Montanaro de Estados Unidos, que es la persona que más sabe del mundo de este tema y de quien hemos traducido sus textos que hemos utilizado parcialmente en esta historia. Si utilizas este texto para algún fin, por favor cita nuestros nombres y nuestra página web. Todas las fotografías que se acompañan en esta sección pertenecen a libros de nuestra colección.

HISTORIA DE LOS LIBROS MÓVILES Y DESPLEGABLES

No se sabe quién introdujo el primer artificio mecánico en un libro, pero uno de los ejemplos más antiguos que se conocen se debe a Ramon Llull de Mallorca (1233-1316) quién ilustró sus teorías filosóficas con ruedas giratorias de papel. En la biblioteca de El Escorial se conserva una antología de su obra y pensamiento bajo el título de Ars Magna, un manuscrito del siglo XVI que incorpora figuras rotatorias que tratan de explicar la existencia de Dios a través de la numerología. Muchos han visto en este libro un precedente del ordenador y de la inteligencia artificial en cuanto que se trataba de una auténtica máquina pensante, en la que introduciendo unos datos de partida se obtenían unos resultados.

 Ars Magna. Ramón Llull de Mallorca

Contemporáneo de Llull, Matthew Paris (c.1200-1259) fue monje benedictino de la floreciente abadía de San Albano, localizada en Hertfordshire, en las afueras de Londres. Sus cuarenta y dos años en el convento dieron como fruto una serie de libros que escribió e ilustró, entre los que destaca la Chronica Majora: una historia de la humanidad desde la creación hasta aquel presente. En la abadía existían libros que contenían tablas circulares que servían a los monjes para determinar los días de Pascua y otras festividades religiosas. Eran ejemplares pesados y difíciles de manejar ya que había que girarlos para hacer los cálculos oportunos. A Paris se le ocurrió lo siguiente: ¿por qué no girar sólo la tabla en vez de todo el libro? De esta manera, dibujó la tabla sola sobre un pliego que recortó y enganchó al libro por su centro, permitiendo el giro independiente del resto del aparatoso volumen. Así nació el primer móvil de papel al que se denominó volvelle ó volvela del verbo latino volvere –girar-. o su Book of Fate resto del armatr

Mecanismos similares a los ideados por Ramón Llull y Mathew Paris, basados en discos giratorios, han sido utilizados desde entonces con fines tan diversos como hacer predicciones astronómicas, crear códigos secretos o predecir el futuro.

Con la invención de la imprenta por parte de Gutenberg en el año 1450 se generalizó la edición masiva de libros que sustituyeron a los manuscritos, y también se facilitó el camino para el desarrollo de elementos móviles de papel. Uno de los primeros en aprovechar estos formatos fue Pedro Apiano, nombre latinizado del matemático alemán Peter Bienewitz (1495-1552) que en 1524 publicó un libro titulado fueos en aprovechar eos los manuscritos, y tambi en el volumen.Cosmographia  que incorporaba elementos móviles de papel para ilustrar sus trabajos sobre geografía e instrumentos astronómicos.

Con un formato similar, el cosmógrafo y navegante aragonés Martín Cortés Albácar (1510-1582), editó en Sevilla en 1551 la obra Breve compendio de la esfera y de la arte de navegar, una pieza de particularísimo interés en la historia científica española, en la que se deja asentada la teoría de la variabilidad de la declinación magnética de la brújula para los distintos lugares del globo, lo que indicaba la existencia de un polo magnético diferente al terrestre, frente a la opinión generalizada en otras obras de la época. Del reconocimiento a su valor e interés en el mismo siglo XVI responde la traducción al inglés realizada que conoció seis ediciones londinenses en ese siglo.

La medicina fue también una de las primeras disciplinas en adoptar formatos bibliográficos poco convencionales con libros en los que mediante solapas superpuestas, el estudioso podía descubrir distintas secciones del cuerpo humano. Un fabuloso ejemplo de estos móviles anatómicos lo constituye  De humani corporis fabrica del flamenco Andrea Vesalius (1514-1564), impreso en Basilea en 1543, en el que figuran ilustraciones realizadas en el taller de Tiziano que muestran la anatomía humana en detalladas capas superpuestas.

No fue hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVIII cuando los libros móviles centraron su atención en el público infantil. El editor londinense Robert Sayer (1725-1794) publicó hacia 1765 unos libros de solapas móviles para ilustrar historias infantiles, a los que denominó Harlequinades, tomando el nombre del popular personaje del teatro de pantomima quién, a su vez, era la figura central de muchos de sus libros. Éstos consistían en dos ilustraciones grabadas sobre una serie de solapas fijadas en la parte superior e inferior de la escena, que podían levantarse desde el centro, permitiendo combinar medias escenas, unas con otras, y produciendo divertidas variaciones sobre los dibujos originales. En cada una de las solapas se incluían unas líneas de texto que informaban sobre el orden en el que debían verse los dibujos. Los Harlequinades se hicieron enormemente populares, vendiéndose numerosas copias en Inglaterra y posteriormente en otros países, incluidas muchas ediciones piratas.

 

Harlequinade de Adán y Eva. c. 1770 

Entre 1810 y 1816, la firma de juguetes S. & J. Fuller, establecida en Londres, produjo una serie de libros que incluían una muñeca de papel y varios vestidos coloreados y recortados. El texto del libro hacía referencia a historias en las que la muñeca que se adjuntaba era protagonista. Las muñecas de papel habían surgido en Francia en la década de 1790 pero Fuller aportó como novedad el incorporarlas en un libro del cual eran el personaje protagonista.

Otros tempranos ejemplos de libros móviles se los debemos al artista miniaturista William Grimaldi  (1751-1830) quien hizo unos dibujos moralizantes del tocador de su hija a fin de enseñarle virtudes. La hija de Grimaldi, Stacy, publicó estos dibujos en 1821 bajo el título The toilet. En este artículo se representaba el mueble de la niña con diferentes objetos que se levantaban, a modo de solapas, revelando escenas que ilustraban cada virtud. Así, por ejemplo, al destapar un estuche de colorete, aparecía una ilustración llamada “modestia”. El libro alcanzó gran popularidad y fue reimpreso y muy imitado. En 1823, Stacy publicó otro libro basado en los dibujos y textos de su padre, esta vez dedicado a los chicos, bajo el título A suit of armour for touch.  En este libro, los temas morales se ocultaban bajo las solapas que cubrían una armadura.

 

The Toilet. William Grimaldi  1821

Hacia 1800 Thomas Dean fundó en Londres la editorial Dean & Son, la primera dedicada a la producción a gran escala de lo que ellos denominaron “toy-book” (libros-juguete). En 1847, su hijo George se hizo cargo de la editorial que abrió talleres de producción con artistas y artesanos que crearon numerosos libros, entre los que destaca una serie de cuentos de hadas y aventuras publicada hacia 1856 bajo el título New Scenic Books. Las escenas de estos libros se montaban en planos paralelos, formados por dibujos troquelados unidos por tiras plegadas que al estirarse y levantarse de la página, producían el efecto de perspectiva.

Dean, quien reclamaba el título de inventor de los libros móviles, introdujo también otros formatos que denominó “dibujos vivos” en los cuales, al tirar de una lengüeta ubicada en la parte inferior de la página, un mecanismo producía movimiento en los personajes representados.

Dean también fue pionero en la publicación de imágenes transformables basadas en el principio de las persianas venecianas. En estas láminas, dos dibujos se dividían en tiras que se entrelazaban entre sí, de manera que al tirar de una lengüeta, surgía un dibujo que tapaba al anteriormente visto.

 

The Royal Punch & Judy as Played before the Queen. Dean & Son. 1861

En las últimas décadas del siglo XIX irrumpieron en el mercado de los libros móviles varios creadores. La mayor parte de ellos eran artistas alemanes donde la técnica de la cromolitografía se había refinado considerablemente. El primero en hacerse un nombre en estos innovadores libros fue Raphael Tuck (1821-1900) quien de muy joven se había trasladado de Alemania a Inglaterra dedicándose inicialmente al negocio de los muebles y a la venta ambulante por las calles de Londres. En 1866 abrió una pequeña tienda de enmarcado de cuadros y venta de grabados, la mayor parte de ellos impresos en Alemania. En 1870, sus hijos se unieron al negocio familiar y formaron la editorial Tuck & Sons, especializada en la comercialización de lujosos artículos de papelería tales como  tarjetas de felicitación, puzzles, mariquitas y papeles decorados. Su contribución al mundo del libro móvil vino en la época de 1890 con la publicación de Father Tuck’s Mechanical Series, una colección de libros infantiles que perpetuó la carismática figura de Raphael Tuck mediante elementos desplegables, escenarios tridimensionales, etc.

 Los libros de Tuck & Sons eran creados y montados en Londres pero impresos en Baviera (Alemania) donde la magnífica calidad de impresión en color estaba por superar. Sus libros se vendieron a precios moderados y fueron muy populares. Desgraciadamente, la casa familiar de Raphael Tuck, con abundante documentación sobre su negocio, fue destruida por los bombardeos de 1940 en el asedio a Londres.

 

In Fairyland. Raphael Tuck & Sons. 1900

Otro alemán responsable de algunos de los libros móviles más hermosos jamás creados fue Ernest Nister (1842-1909). Su empresa se estableció en Nuremberg, importante centro juguetero de finales del siglo XIX. Entre 1891 y 1900, su compañía produjo muchos libros para niños con calidad superior, tanto en impresión como ilustración, a los de sus contemporáneos. En sus estudios de Baviera, Nister empleó a un equipo de ilustradores de talento que desarrolló un estilo propio de dibujos con encantadores niños de sonrojadas mejillas a los que ubicaba a menudo en idealizados ambientes rurales. A estas preciosas ilustraciones se unió el desarrollo de algunas novedades en las técnicas de papiroflexia. Sus escenarios tridimensionales no necesitaban desplegarse de manera manual como las de Dean o Tuck, ya que una simple tira de papel que los unía a la página opuesta hacía que los dibujos levantasen su efecto multicapa automáticamente al pasar la página. Nister llamó a estos libros Panorama Picture Books.

 

Peeps into Fairy Land. Ernest Nister. 1896

 Nister también perfeccionó el mecanismo de las ilustraciones transformables de Dean basadas en el principio de las persianas venecianas, a las que llamó “dissolving pictures”. Estas ilustraciones “desvanecientes” se hacían con lamas verticales y horizontales, pero Nister ideó un nuevo mecanismo que permitía la transformación de dibujos circulares, creando un efecto caleidoscópico que aparece en su libro In Wonderland, reeditado en 1981 en España con el título de La ventana mágica.

 

La ventana mágica. Ernest Nister. 1895

 El encanto de los dibujos y las innovaciones en la ingeniería de papel contribuyeron al éxito de los libros de Ernest Nister cuyas ilustraciones fueron reproducidas y reeditadas en múltiples ocasiones, por lo que a menudo se ha perdido la firma de los distintos artistas; sin embargo, el nombre de Nister siempre ha aparecido, por lo que se presta a la confusión de pensar que él es el ilustrador, labor que sólo desarrolló en contadas ocasiones.

Los libros de Nister saltaron las fronteras de Alemania y fueron especialmente producidos para el mercado británico desde su cuartel general de Londres, aunque su distribución no se limitó a los mercados europeos; la firma newyorkina Dutton trabajó conjuntamente con Nister para promocionar y vender los libros en Estados Unidos.

En las dos últimas décadas del siglo XX se han reeditado varias reproducciones de los libros de Ernest Nister, incluidas ediciones en español. Incluso han aparecido en el mercado libros desplegables con antiguas escenas de Nister que en su día fueron editadas con formatos convencionales.

Un contemporáneo de Nister que también se ha ganado un puesto de honor en la historia del libro animado es Lothar Meggendorfer (1847-1925), natural de Munich, quien tenía una cómica visión de la vida que transmitía a sus ingeniosos mecanismos de papel.

Tras una infancia de resignación en una familia de numerosos hermanos (era el menor de los 25 hijos que su padre tuvo en sus dos matrimonios), Lothar tuvo que abandonar el instituto a la muerte de su progenitor en 1860 e ingresó en la escuela industrial donde destacó como pésimo alumno, ya que se pasaba las aburridas clases dibujando payasos y otras divertidas caricaturas en su cuaderno. Gracias a la intervención de un conocido que supo apreciar el valor de estos esbozos, en 1862 Meggendorfer ingresó en la Academia de Arte de Munich. Su talento no se limitaba sólo al dibujo, sino que también estaba dotado para la música, pudiéndose ganar la vida también tocando la cítara. En 1866 entró en el mundo editorial  como escritor e ilustrador de la revista satírica “Fliegende Blätter”.

Su primer móvil, publicado en 1878, fue originalmente concebido como un regalo de Navidad para sus hijos. Consistía en un libro de imágenes articuladas cuyas figuras se podían mover como marionetas mediante diminutos remaches metálicos formados por espirales de hilo de cobre que conectaban las articulaciones con unos tiradores dispuestos en el reverso de las páginas. A este primer prototipo siguieron numerosos libros móviles hasta completar la cifra de 32.

En contraste con sus coetáneos, Megendorfer no se satisfacía con una única acción en cada página. A menudo, cinco partes de la ilustración se movían simultáneamente en diferentes direcciones al accionar una lengüeta. En este principio se basa su libro Comic Actors, en el que tampoco falta la guinda de humor del artista quien dedica unos versos de advertencia a los niños ansiosos, “principales enemigos de los delicados libros móviles”.

 

Comic Actors. Lothar Meggendorfer. 1891

 

Otro tipo de libro-juguete en el que destacó Meggendorfer es el de los panoramas desplegables con títulos como En el parque, La casa de muñecas y Circo Internacional  (1888), títulos que alcanzaron gran popularidad y fueron comercializados en Alemania, Inglaterra, Francia, Bélgica y España.

 

Internationaler Circus. Lothar Meggendorfer. 1887

 

Los mecanismos del tipo persiana utilizados por Dean y Nister, que permitían la disolución de una imagen en otra, también fueron utilizados por Lothar Meggendorfer, a los que supo añadir su inconfundible chispa de humor, de forma que la imagen que aparecía al tirar de la lengüeta, siempre era una cómica continuación del dibujo inicial. Las acrobacias de papel de Lothar Meggendorfer siguen en la actualidad alegrando a niños y mayores ya que no es raro encontrar reediciones de su obra en librerías de todo el mundo.

 

El primer libro móvil americano fue producido por los hermanos McLoughlin en Nueva York en 1880. Su empresa tomó ideas de los libros de Dean and Son ofreciendo productos similares al público americano. Esta “inspiración” de los hermanos McLoughlin llegó tan lejos que incluso piratearon la serie Home Pantomime Toy Book de Dean. Los móviles más conocidos de  McLoughlin pertenecen a la serie Little Showman. Se trataba de libros construidos con dos paneles unidos en la parte superior que al desdoblarse presentaban una escena multicapa.

 

 

Blue Beard: Pantomime Toy Books. McLoughlin Brothers. 1884

 

Durante el siglo XIX, los franceses, pioneros en la fabricación de muñecas de papel, tampoco fueron ajenos al mundo de los libros móviles y desplegables. El editor A. Capendu de París produjo una serie infantil de libros ilustrados con movimiento. Algunos utilizaban la técnica de solapas que debían levantarse, mientras que otros se basaban en mecanismos de lengüetas al estilo de los libros de Lothar Meggendorfer. Entre sus publicaciones no podía faltar el clásico de la literatura infantil francesa, Caperucita Roja.

 

Miaoû – Miaoû. A. Capendu. 1910

 

Con la llegada de la Primera Guerra Mundial y la escasez de recursos se puso fin a la que se ha denominado Edad de Oro de los libros móviles y desplegables. Los principales centros de producción de Inglaterra, Alemania y Estados Unidos requerían sus imprentas para tareas menos frívolas, produciéndose un declive, en cantidad y calidad, de estos libros.

 

El resurgimiento llegó en 1929 de la mano del equipo formado por el editor británico S. Louis Giraud (1879-1950) y el inventor de juguetes ópticos Theodore Brown (1870-1938). Éste había experimentado con imágenes estereóscopas, anaglifos, películas tridimensionales, etc. Giraud había trabajado como aprendiz de impresor y luego como periodista, entrando a trabajar en el periódico londinense Daily Express como responsable del departamento de publicidad. Giraud y Brown juntos concibieron y patentaron sus “self erecting living models” (maquetas vivas autoeréctiles) que incorporaron en la publicación promocional del Daily Express Children's Annual de 1929. Este anuario incluía escenas que se hacían tridimensionales al abrir 180 grados la página y que podían verse desde cualquier punto de vista, como muchos de los modernos libros “pop-up” de la actualidad, aunque ese término no fue acuñado por Giraud. En estos anuarios, se incluían además relatos y poemas, algunos escritos por el propio Giraud, así como pasatiempos e ilustraciones en blanco y negro.

Daily Express Children’s Annual. S. Louis Giraud. 1930

 

Otro de los grandes “descubrimientos” de Giraud y Brown para la historia de los libros móviles lo constituye el hecho de que mientras se abría el libro, se produjese acción en el desplegable, tal y como pasa en el anuario del Daily Express de 1930, donde unos payasos giran mágicamente alrededor de una barra.

 

Después de cinco exitosos anuarios que podían adquirirse no tanto en librerías, sino en kioscos, Giraud abandonó el Daily Express para desarrollar libros similares por su cuenta con la editorial independiente Strand Publications, lanzando al mercado en 1934 el primer número de la serie Bookano Stories al que siguieron más volúmenes hasta alcanzar el número de 17. En cada uno de ellos se incluían al menos cinco de sus “living models”.

 

Bookano Stories Nº 16. Louis Giraud. 1949

A diferencia de publicaciones anteriores, los libros de Giraud eran baratos, si bien su calidad de impresión carecía del detalle y refinamiento de la cromolitografía alemana. Además el papel era tosco y la encuadernación sencilla. Sin embargo, sus publicaciones atraían por su color y originalidad, siendo muy apreciadas hoy en día por los coleccionistas.

Aparte de la serie Bookano, Giraud publicó otra docena de libros desplegables sobre cuentos de hadas, animales y otros temas como The Story of Jesús. Los libros de Giraud incluyeron en total más de 150 desplegables, todos ellos impresos y ensamblados en Inglaterra.

 

 

The Story of Jesus. S. Louis Giraud. 1938

En 1932, la compañía establecida en Chicago y Nueva York, Blue Ribbon Books utilizó por primera vez el término “pop-up” para referirse a los libros desplegables. Hoy en día esta palabra se usa en todos los idiomas para identificar estos libros, sin embargo, en aquella época, en España se tradujo como “ilustración sorpresa” por la editorial Molino que adquirió los derechos de publicación.

 

El Ratón Mickey en el circo. 1934

Blue Ribbon trabajó con varios ilustradores e ingenieros de papel entre los que destacó el artista de Toledo (Ohaio), Harold B. Lentz que estuvo sólo tres años en la editorial, entre 1932 y 1934, creando ilustraciones para 10 libros pop-up y maquetas para muchos desplegables. El primero fue el cuento de Pinocho, al que seguirían Cenicienta, La Tía Ansarona, El gato con botas y La Bella Durmiente, entre otros títulos. Sus trabajos contenían coloridos personajes, influenciado sin duda por el éxito de las películas de animación de Walt Disney. En colaboración con éste, lanzó cuatro libros de Mickey Mouse. Durante estos años, la editorial Blue Ribbon batió record de ventas pero en 1935 el interés bajó y la firma abandonó la publicación de libros pop-up.

 

The Pop-Up Pinocchio. Harold Lentz. 1933

 

En las décadas de 1930 y 1940, en España destacaron en la producción de libros desplegables, además de la mencionada editorial Molino, otras firmas barcelonesas como la editorial Maravilla con su colección de “Cuentos en Movimiento”, Gráficas Manén con su “Colección Teatrines”, la editorial Selva y sus “Albums Relieve” o la editorial Juventud que publicó en 1935 un precioso “Peter Pan”,

 

Peter Pan y Wendy. A. Saló. 1935

La Segunda Guerra Mundial trajo de nuevo la escasez de papel y mano de obra, pero no acabó con la labor creativa de artistas como Julian Wehr (1898-1970) quien desarrolló una ingente labor artística en la década de 1940 con libros que utilizaban el sistema de lengüetas o pestañas que se accionaban para crear movimiento. Entre 1942 y 1950, Wehr publicó más de 40 libros infantiles.

Julian Wehr había nacido en Brooklyn (Nueva York) con el nombre de August Wehrfritz, pero debido al sentimiento antialemán tras la Primera Guerra Mundial, cambió su nombre. Tras trabajar en un negocio de litografía y como marino mercante, estudió arte en Nueva York y se trasladó con su mujer y su hija en busca de trabajo, primero a Italia, a finales de la década de 1920, y luego a California, a principios de los años 30. Tras arruinarse y divorciarse en la época de la Gran Depresión, se trasladó de nuevo a Nueva York, donde volvió a casarse y tuvo otros tres hijos. Para ganarse la vida trabajó en publicidad, en donde incorporó elementos móviles en los anuncios. Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial se quedó sin trabajo y la familia Wehr se mudó a una granja de Vermont donde Julian comenzó a crear libros infantiles basados en cuantos clásicos en unos casos y originales en otros.

 

 

El negrito Sambo. Julian Wehr. 1947

Las creaciones de Wehr, a diferencia de mecanismos anteriores que siempre disponían estas lengüetas en la parte inferior o lateral de la página, incluían pestañas en el interior de la ilustración que podían moverse adelante y atrás a través de una ranura realizada en la propia página. Este mecanismo, en el que sólo utilizaba papel, sin recurrir a articulaciones metálicas o de plástico, permitía más flexibilidad, dando como resultado mayor variedad de movimientos.

En un período con escasez de metal y otros materiales para fabricar juguetes, los libros de Wehr permitieron sustituir aquellos para entretener a los niños de la época, vendiéndose muy baratos, a tan solo un dólar.

 

El niño de Mazapán. Julian Wehr. 1947

Los trabajos de Wehr fueron publicados por E. P. Dutton, Cupples & Leon, Grosset & Dunlap y John C. Liston, entre otros. Varios de sus títulos se publicaron en otros países como Inglaterra, Francia, Alemania, Suiza, Italia e Islandia. Sus libros también aparecieron en el mercado español publicados por la editorial catalana Ediciones del Zodiaco. El papel empleado era excesivamente ligero, de ahí la delicadeza y mala vejez de muchas de sus publicaciones. Se calcula que vendió más de 9 millones de libros en todo el mundo, lo que le permitió vivir con holgura y convertir su finca en un estudio en el que se dedicó también a la escultura, vendiendo ocasionalmente sus grandes piezas en mármol.

La historia de los libros desplegables tiene su primera figura femenina reconocida con Geraldine Clyne (1899-1979), la primera mujer en aparecer en los créditos de un libro desplegable. Ella y su marido, Benjamín Klein, cuyo nombre nunca figuró en los libros, trabajaron juntos en Nueva York, primero en publicidad y luego, entre 1939 y 1954, desarrollando la serie Jolly Jump-Ups, que mostraba una idealizada visión del modo de vida americano.

La técnica de Geraldine Clyne se basaba en una única lámina troquelada, con formato horizontal y con dobleces cóncavos y convexos, que al abrirse 90 grados formaba un escenario tridimensional repleto de personajes, para los que a menudo posaba Judy, la única hija del matrimonio.

 

 

The Jolly Jump-Ups Vacation Trip. Geraldine Clyne. 1942

En los años 50 del siglo XX, irrumpe con fuerza en el mercado de los libros desplegables la empresa de importación y exportación Artia, establecida en Praga, capital de la entonces Checoslovaquia. El artista más prolífico y destacable de esta editorial fue Vojtech Kubasta (1914-1992), autor de docenas de títulos inspirados a menudo en populares cuentos de hadas. Nacido en Viena, creció en Praga donde se estableció como ilustrador de litografías monumentales y mapas. Tras la llegada del régimen comunista, se dedicó a producir anuncios de productos checos en los que incluía elementos desplegables. Estando trabajando en la editorial estatal Artia, llegó a sus manos uno de los libros de Mickey Mouse publicados por Blue Ribbon, lo cual le inspiró para orientar su carrera hacia los cuentos infantiles.

 

How Columbus discovered America. V. Kubasta. 1960

Algunos desplegables de Kubasta se basaban en una simple hoja de cartulina recortada y plegada convenientemente que al abrirse 90 grados revelaba un escenario tridimensional (similar al trabajo de Geraldine Clyne); otros desplegables suyos se caracterizaron por su sofisticación técnica y gran formato. Los más exitosos fueron los de la serie Tip + Top + Tap, protagonizada por dos aventureros niños y su perro, que reflejaban el espíritu de Kubasta: su sentido del humor y sus ganas de vivir, mostrando curiosidad ante la naturaleza y la tecnología, así como su amor y respeto a los niños. En la década de 1970 tuvo la oportunidad de poder trabajar para su ídolo Walt Disney, creando pop-ups de las películas del genio de la animación.

 

Tip + Top + Tap y los dragones. V. Kubasta. 1965

Los coloridos y simpáticos diseños del creador checo fueron comercializados en todo el mundo por la editorial londinense Brancroft & Co; fueron traducidos a 37 idiomas y se vendieron más de 10 millones de copias.

A mediados de la década de 1960, el estadounidense Waldo Hunt establecido en Los Ángeles, creó una serie de anuncios “pop-up” insertados en una revista e inspirados en los trabajos de Kubasta. Hunt quiso publicar en Estados Unidos la obra del artista checo, pero las condiciones del Pacto de Varsovia no lo permitían. En lugar de eso, Hunt creó su propia empresa: Graphics International que en 1964 se trasladó a Nueva York y en 1965 empezó a producir libros pop-up para Random House. Waldo Hunt contó con la ayuda de Ib Penick (1931-1998) un inteligente “ingeniero de papel”, como se denomina al responsable del diseño del desplegable. Penick era un danés residente en Estados Unidos que desarrolló importantes avances técnicos en el arte de conseguir volúmenes tridimensionales a partir de planos de papel. Hasta entonces nunca se había identificado en los créditos de un libro la autoría de la ingeniería de papel, sino únicamente a los ilustradores. Esta situación se modificó a partir de Ib Penick.

 

 

Un siècle de grandes automóviles. Keith Moseley. 1986

En 1966, Hallmark absorbió a Graphics International y trasladó su sede a Kansas City, Missouri. Después de más de 40 exitosos títulos, Hunt decide abandonar la compañía e iniciar una nueva empresa en California: Intervisual Communications, Inc. que en la actualidad continúa su labor creativa con numerosos títulos al año.

En 1978 cambió la vida de un diseñador gráfico holandés llamado Ron van der Meer cuando conoció un libro de Ib Penick que le trajo un amigo desde California. A partir de entonces decidió empezar a “jugar” también él con papel, contactando con Waldo Hunt y su empresa Intervisual Communications, Inc. para la que creó varios libros. Pero el gran logro de Van der Meer fue insistir en que los adultos pueden sentir la misma fascinación que los niños por los libros desplegables. En 1981, van der Meer presentó a Intervisual su proyecto para el libro Barcos de vela que fue rechazado por Waldo Hunt diciendo que a los adultos no les interesan los desplegables, que nunca se vendería. Así que Van der Meer se buscó una editorial británica. Cuando Hunt se enteró quiso volver a bordo pero ya era demasiado tarde. En pocos meses, se vendieron más de medio millón de ejemplares de este libro.

  

Les bateaux à voiles. Ron van der Meer. 1989

Con la publicación en 1967 del Index Book por parte del pintor norteamericano Andy Warhol (1928-1987) y las creaciones del diseñador italiano y experto en comunicación visual Bruno Munari (1907-1998), los libros desplegables han tocado directamente el mundo del arte contemporáneo, surgiendo creadores que han visto en ellos un nuevo soporte para su obra original con los llamados “libros de artista”, ediciones reducidas que se comercializan en las galerías de arte.

 

Index Book. Andy Warhol. 1967

En las décadas finales del siglo XX, las técnicas de los libros desplegables se han hecho cada vez más ingeniosas y elaboradas gracias a artistas como  James Roger Diaz, John Strejan -con numerosos títulos realizados para The National Geographic Society-, David Pelham -autor del best-seller El cuerpo humano-, David A. Carter, Keith Moseley, Kees Moerbeek, Bruce Foster, Andrew Baron, Chuck Fischer, Christo Kondeatis, Mathew Reinhart, etc. que son los responsables de lo que ya se ha llamado Segunda Edad de Oro de los libros pop-up.

 

 

Monos sorprendentes. James Roger Díaz, John Strejan, Rodger Smith. 1986

En esta lista de creadores actuales destacamos también a Jan Pienkowski nacido en 1936 en Warsaw (Polonia). Es autor del libro Hounted House ganador en 1979 de la prestigiosa medalla Kate Greenaway al mejor trabajo en ilustración infantil. Este libro que ostenta el récord de ser el libro desplegable más vendido de la historia, con más de 4 millones de ejemplares.

 

Haunted house. Jan Pienkowski. 1979

Como contrapunto a los sofisticados mecanismos de algunos libros actuales, sorprenden las creaciones del japonés Katsumi Komagata que se basan en la sencillez de simples páginas monocromas, recortadas y superpuestas; auténtica poesía de textura y color.

 

Catedral de León. Fernando Ferreras. 2005

Es sobre todo el buen gusto y la alta calidad artística de autores como el estadounidense Robert Sabuda lo que permite a miles de personas poder disfrutar en su casa de estas pequeñas obras de arte e ingeniería, que unen a niños con mayores y a adultos con su propia niñez alojada en el recuerdo, convirtiendo mágicamente el libro que tenemos en las manos en un juguete.

The Night Before Christmas. Robert Sabuda. 2003

Ana Ortega entre Mathew Reinhart y Robert Sabuda

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